viernes, 22 de abril de 2011

Capítulo XVII: La verdad.

Los nervios de hace un rato-por conocer a los padres de Michael- habían pasado. En verdad no quería entrar a casa, y el problema era que ¡no sabía por qué!, esta intriga me estresaba. ¿Cómo era posible que yo misma no supiera que sentía?, eso estaba demasiado raro y ya estaba harta de esto. Y de repente, Michael detuvo el auto enfrente de mi casa y apago lenta y tranquilamente el motor. Habíamos estado algo cayados en los minutos que tardamos en llegar a mi casa. Error mío.
-¿Caira?, ¿estás bien?
-ah sí Michael…solo…
-te conozco. Tienes algo...
¿Qué le respondía?, ¿Qué tenía sueño? Vamos, tenía que ser sincera no podía mentirle a él, ¿quién podría mentirle  a el?, suspiré.
-tengo algo. Pero no sé lo que es…
-estamos iguales…-dio un gran suspiro y cruzó los brazos frustrado.
Nos quedamos callados un momento. Sin pensarlo. Sin analizarlo. Rompí el silencio con una decisión inesperada.
-creo que necesitamos reflexionar, ¿no crees?
-¿a qué te refieres?
-a un tiempo.
-¿un tiempo?, te refieres a…
-que nos demos un tiempo. A eso.
-bufó-¿Qué nos demos un tiempo?, ¿a qué te refieres con eso?, ¿Qué me aleje de ti para siempre?
-no Michael, no es así. Me refiero a que nos demos un tiempo, ya que los dos sentimos lo mismo, pero no sabemos que es, y en lo que lo descubrimos, debemos de darnos un tiempo para reflexionar y resolver ese acertijo que tanto nos agobia.-dije y abrí la puerta y salí del auto y el rápidamente salió también y caminamos, casi en persecución, a la puerta de mi casa.
-entonces…no  te veré hasta que estemos claros de lo que sentimos.
-así es.
-¿y si lo que sentimos es demasiado para entenderlo?
-habrá un problema. Pero no lo sabremos hasta entonces.
-entonces…supongo que-extendió la mano-¿trato hecho?
-trato hecho.-dije y lo abrasé, sonrojándome por supuesto, pero era reconfortante.
-gracias por lo de hoy. Fue especial.-dijo a mi oído.
-al contrario, gracias a ti por la invitación. Y por aclararme bastante la mente.-lo solté lentamente.
-te veré después, supongo. Si el razonamiento nos lo permite.
-creo que el razonamiento será amable con nosotros.
-eso espero…feliz noche-tomo mi mano, y selló nuestro trato besando mi mano caballerosa y dulcemente.
Sonreí y le hice un ademan de despedida. Después de su última hermosa sonrisa solo lo vi caminar hacia su auto, luego esfumarse en la noche, dejándome con un nudo en la garganta y  con la intriga más grande de mi vida.



Nunca había sentido los días eternos- y habían pasado muchos-. El tiempo pasaba como gotas de agua resbalándose por  una roca después de una lenta tormenta, y yo hubiera querido ahogarme en ella. No era depresión. Era confusión. Pero a veces la confusión tiene su mismo efecto. Y yo, por supuesto, lo tenía bien claro.  
Ir a la universidad y verlo pasar como si yo no existiera era terrible. Cuando yo miraba a sus ojos en un descuido, su brillante mirada se había transformado en una melancólica y preocupada mirada, y me sentía completamente culpable, porque lo era. Biología era un desastre sin nuestras  sonrisas y juegos de miradas. Ir a clases  era simplemente una tortura. Y todo se hacía solo para descubrir que sentíamos, y aso aun no lo habíamos conseguido. Por fuera parecíamos normales, con nuestros amigos y todo, pero por dentro estábamos confundidos y aturdidos. Mis amigas se dieron cuenta de que no le hablaba, y por un milagro, no comentaron nada; y al parecer los amigos de Michael tampoco. Con respecto a mi vida en casa, todo estaba bien. Al parecer mi madre estaba mejor que antes, eso me llenaba de felicidad y hasta lo de Michael se le olvidaba cuando la veía feliz y fuerte, la verdad es que eso era un gran regalo del destino. Y después de algunas semanas, estuve meditando y al fin accedí a hacer algo que todos alguna vez hacemos con nuestra madre: pedirle un consejo.  Entonces esa noche:
-¿mamá?, ¿puedo hablar contigo?-entre despacio a la cocina y tome asiento.
-claro hija.-dijo apagando el café y sentándose a mi lado -¿Qué pasa Caira?-dijo mientras acariciaba mi hombro. Eso me dio mucha confianza. Y le conté todo. Ella entendió cada detalle, y me miraba tiernamente, asintiendo atentamente a lo que le decía. Le conté que Michael me hacía muy feliz en mis depresiones, pero que empezamos a sentir algo desconocido, y nos distanciamos por eso, y ahora estábamos aturdidos y confundidos. Y Hasta que por fin termine de contarle todo, con detalles y aclaraciones.
-¿y… qué opinas?
-hija…-puso su mano en mi mejia, acariciándome con ternura y viéndome de la misma manera, eso me decía que ella sabía la respuesta. La respuesta a toda esta confusión. La respuesta a mi ignorancia. Y con esperanza la observe detenidamente, a que me dijera su brillante respuesta, y sabio consejo.


Los muchachos habían convencido a Michael de “salir a despejarse”, aunque él sabía que iban de “cacería”, pero aun así fue con ellos, pensó que tal vez encontraría une distracción. Se encontraban en un restaurante bastante concurrido de las afueras de L.A, en un barrio juvenil y bastante peligroso si no se andaba en grupo, un típico ambiente muy callejero, y tal vez rudo. Según los padres de Michael, él estaba estudiando en casa de Erick, pero no era la primera vez que hacían este tipo de salidas. Los muchachos estaban conquistando chicas, unos bailando con ellas, otros ya las estaban besando afuera del restaurante y otros tomaban algo en la barra; Erick y Michael estaban sentados en una mesa tomando algo con 3 chicas, Michael se mantenía serio y a veces se reía de algún chiste de Erick, o de algún intento infantil de conquistar a las chicas, las cuales se reían de absolutamente todo lo que decía Erick, y así se pasaron buen rato, era obvio que las 3 chicas eran “propiedad de Erick”, ya que Michael nunca le interesaba eso de “cazar” o ligar con chicas que eran fáciles por así decirlo.
-oigan señoritas… la llevare a otro lugar después. Solo hablare de algo con la tumba de acá-dijo viendo a Michael-las veo luego linduras-dijo guiñándoles el ojo mientras ellas se rieron y se fueron divertidamente a otro lugar.
-¿tumba?
-claro amigo, parecías tumba, ¿Qué rayos tienes?, cuando salíamos al menos bailabas con unas 5 chicas en toda la noche y a veces  hablabas un rato con 2, ¿Qué te pasa ahora?, ni siquiera has pisado la pista de baile, y tú eres el rey de la pista.
-ah…
-Erick lo tomo de los hombros fuertemente-¡¿Qué tienes viejo?! , ¡¿Estas enfermo?!
-suéltame-dijo Michael quitándole las manos a Erick-tal vez si estoy enfermo, no se Erick-dijo mientras se sentaba bien y se componía la chaqueta.
-has estado distraído, diferente, distante, se podría decir que deprimido. ¿Qué pasa?, confía en mi viejo, soy tu mejor amigo, cuéntame que te pasa.
-si lo supiera te lo dijera.-bufó.
-¿no sabes que tienes?
-no. Y no es fácil estar así. No dejo de pensar…
-en ella.
-¿ah?, ¿de qué hablas?, ¿de que ella?
-Caira Valley. Tu amiguita esa. ¿Estas así por ella no?
-si es por ella. Pero NO SE LO DIGAS A LOS DEMAS, odio cuando se ponen a molestarme y hacerme bromas. Pero el problema es que no sé lo que siento, es algo muy nuevo y confuso.
-viejo…-dijo poniendo una mano en el hombro de Michael- tu…


-hija…mi hija…mi linda niña…lo que tu sientes…es amor. Estas enamorada de Michael hija.
-yo…estoy… ¿enamorada?


-Tú estás enamorado viejo. Totalmente enamorado de esa chica. Te conozco.
-ena…mo…rado. Enamorado. ¡Estoy enamorado!, ¡eso es!, estoy enamorado de Caira-se tocó la cabeza-eso explica todo, la amo, todo este tiempo he estado enamorado de ella.-dijo dando el más enorme suspiro de su vida.
-¿y qué harás?, viejo.
-no…se-dijo resignado.-esto es demasiado para mí, no me cabe tanto en el pecho. Y ahora sé lo que es.


-así es cariño. Estas enamorada. Ya eres bastante mayor, y tienes la madurez para tener alguien especial en tu vida. Quiero que seas feliz, y si Michael te hace feliz… ¡tienes que estar con él!
-su… pongo. Gracias por entenderme mamá-la abrace fuertemente.-eres la mejor.

Era viernes por la noche. Y los dos iban a esperar hasta verse en persona para decirse los que sentían, sin estar seguros de lo iban a hacer en el futuro; pero querían liberarse de este sentimiento  tan enorme y hermoso, que los controlaba y los envolvía  en un frenesí de amor.

domingo, 17 de abril de 2011

Capítulo XVI: La Familia Jackson.

-Conmigo, no te pasara nada jamás. ¿Olvidas que soy tu protector?...
-….
Mis latidos no me dejaban responder. Seguíamos a centímetros, hablando en susurros.
-siempre tratare de protegerte…
-…… ¿puedo confiar en ti?
-no es solo de confiar en mí. Quieras o no…soy tu única elección.
-¿y cómo sabes eso?
-no necesito saberlo para hacer lo que tengo que hacer.
-Michael-lo mire directamente a los ojos-¿Por qué haces esto?
-¿hacer qué?
-quererme y protegerme. Ofreces siempre tu protección y apoyo. ¿Qué te puedo ofrecer yo?, lo que sea que pueda darte no hará ni la mitad de lo que tú ya haces conmigo.
-lo único que necesito de ti, es que…-apoyo mi cabeza en su pecho y yo me aferre a él como si con eso me aferrara a mi alma. Y en ese momento de debilidad, las lágrimas empezaron a brotar.-lo que necesito de ti es que jamás me dejes…veras…hay algo en mí que me hace querer lo mejor para ti. No lo puedo evitar, no necesito otra cosa más en el día que escuchar tu voz o verte, con eso es suficiente en el día, no sé qué pasa conmigo. Tal vez estoy enfermo, o simplemente te quiero tanto. Sinceramente no se…la cabeza me da vueltas y jamás me da respuestas-aferro sus brazos en mi espalda-lo único que quiero es verte feliz-susurro suavemente a mi oído, mientras tenía el brazo fuertemente en mi espalda y el otro acariciando suavemente mi cabeza.
Levante la cabeza, y el en la sonrisa más melancólica y angelical que había visto, me miro con esos ojos que me decían todo. Eran el comprobante de que todo lo dicho y no dicho era verdad, que todo lo oculto y secreto se podía saber.
-no merezco nada de lo que me das.
 -mereces más.
-¡claro que no!, lo siento…estoy llorando como una bebé, pero es que tengo tantas razones para dejarme caer, tantas para deprimirme, que cuando me pasa algo mágico y hermoso, sigo en la melancólica decadencia.
-pues para eso estoy yo, para sacarte de todo lo malo que te pase, aun si arriesgo todo, lo único que quiero es que tu estés bien-me separo de él tomándome por los hombros- ¿lo puedes entender?-me seco las lágrimas tiernamente.
-te permitiré seguir como eres conmigo, aunque no lo merezca. Pero TU me tienes que dejar hacerte feliz a ti, ¿de acuerdo?-dije un poco más firme.
Siguió secándome las lágrimas, tiernamente con sus suaves manos, sonriéndome dulcemente, pero era como si no hubiera escuchado lo último que le dije. Le detuve la mano en seco y dejo suavemente de sonreír, mientras yo tome seriedad y firmeza.
-Michael…respóndeme.
-no tengo nada que responder. Ya me haces feliz.
-Michael yo…
Hubiera querido decirle “¿Por qué dices esas cosas tan lindas?, no las merezco, eres demasiado especial para mí”, pero lamentablemente no se lo pude decir porque llego el ama de llaves a jalarnos y llevarnos a la mesa. Ahora, precisamente, no estaba para cenar mucho menos para conocer a la familia de Michael. Busque su mirada entre los sermones del ama de llaves que preocupada nos conducía a la mesa. Decía cosas como: “se enfriara la comida”, “la mesa ya está lista”,  “La señora Jackson los espera y joven Michael tiene suerte de que su padre no haya llegado todavía”, a lo último Michael le dijo un fastidiado “ya vamos, ¿no?, lo importante es que estemos” y me tomo la mano fuertemente sin voltearme a ver.
Llegamos a la mesa, y la mesa estaba perfectamente lista, impecable y decorada. La señora Jackson sentada elegantemente, y el pequeño Emmanuel, cuando nos vio, sonrió jovialmente y nos indicó que nos acercáramos. La señora Jackson quito la mirada de la revista que leía y nos vio, como si su hijo se hubiera perdido en 3 años y hubiera vuelto a casa, y me miro a mi como me miro la primera vez: tiernamente elegante, pero algo ceria por el retraso, creo.
Mire a Michael y tenía pose y mirada de fastidiado. Me tomo más suavemente de la mano y entramos al comedor.
-perdona la tardanza, es que le enseñaba la casa a Caira-dijo sentándose al lado de Emmanuel como si fuera un restaurante y se podría decir que “me sentó” a su lado mientras yo solo hacia lo que él me decía-o me dirigía-y le sonreía a su madre.
-bueno espero que no repita Michael Joseph.-dijo su madre seriamente.
-que gusto que cenes con nosotros Caira-dijo cambiando de dirección su mirada. Con su elegante y refinada voz.
-muchas gracias-dije tímidamente.
-mi esposo vendrá en cualquier momento, y así cenamos.-dijo mientras yo solo le sonreía.
-no. No tiene que esperar. Ya estoy aquí-dijo una voz muy varonil, y como era de esperarse, también elegante-Buenas noches.
La señora Jackson se paró para saludarlo, Emmanuel le dijo un tierno “Hola papi” y Michael se quedó en el mismo lugar, con la el mismo fastidio que tenía desde que entro al comedor. Yo solo me quede quieta en mi lugar, pensado que eso era cuerdo.
-Michael.
-padre.
Se dijeron fríamente, mientras se dieron un leve apretón de manos. Por Dios, parecían un general y su cadete.
-y tú debes de ser Caira, ¿no?-dijo cambiando de semblante y mirándome amablemente.
-así es. Mucho gusto señor Jackson-dije, sorpresivamente, normal y amable, mientras el estrechaba mi mano suavemente.
-el gusto es mío, Noah Jackson para servirte-sonrió.
Tomo elegantemente asiento al lado de su esposa y el ama de llaves empezó a servir la cena. Todos en la mesa dimos gracias cuando el ama de llaves nos sirvió. Obviamente mi agradecimiento fue el que menos se escuchó porque estaba nerviosa, de nuevo.
-que deliciosa se ve la comida, ¿Quién la hiso esta noche?-pregunto el señor Jackson.
-pues…-se le formo una sonrisa pícara a la señora Jackson y vio a Michael-hoy me tocaba a mi hacer la cena. Pero…Michael la hiso. 
Michael se sonrojo y escondió su pena poniéndole el pañuelo a Emmanuel y luego me vio y yo solo le sonreí. En realidad imaginarme a Michael haciendo la cena me parecía tan tierno.
-ah genial. Bueno sorpréndeme hijo-dijo el señor Jackson viendo a su hijo con orgullo.
Empezamos a comer. El señor y la señora Jackson empezaron a hablar de sus días, Emmanuel comía felizmente, y Michael y yo comíamos tímidamente mientras nos intercambiábamos miradas y risas escondidas. Gracias a Dios mis modales eran perfectos para la ocasión y todavía no me habían interrogado como me había avisado Michael, así que al parecer todo iba bien. Y la comida estaba deliciosa, definitivamente Michael era multiusos.
-…ah sí que estas en la Universidad con Michael, ¿no Caira?
Genial. Michael tenía razón. El interrogatorio empezaría tarde o temprano.
-así es.-dije firme y amablemente. Y aun no lo podía creer.
-¿Qué estas estudiando?-pregunto el señor Jackson.
-veterinaria.
-entonces… ¿ya se conocían?
-recibimos biología juntos.-dijo Michael antes de que su padre formulara otra pregunta sobre debilidades.
-ah… que bueno, es genial conocer gente nueva.
-¿y  cuántos años tienes?-pregunto la señora Jackson.
-21.
-casi la edad de Michael.-rio un tanto hipócritamente, no sé por qué.
-bueno y ¿Cuáles son tus metas en la vida?-pregunto el señor Jackson.
Busque la mirada de Michael. Tome aire.
-la verdad es que no somos dueños de nuestra futuro. Solo somos constructores del mismo. Mis metas son sencillas y simples, solamente quiero…cumplir con las leyes naturales de la vida, ser feliz y disfrutar lo que el destino me dé. Y pues profesionalmente, solo quiero graduarme y pues ejercer.
Después de mi contestación los padres de Michael solo me vieron algo sorprendidos, no sabía si en sentido bueno o malo. Pero la cena prosiguió con normalidad. Michael solo me dio una enorme sonrisa, al menos eso me tranquilizo y seguimos cenando. La charla de la cena tomo otro giro, todos hablaban de viajes, política y, por más raro que pareciera, música. Michael y yo solo dábamos nuestro punto de vista de las cosas, y de vez en cuando jugábamos con nuestras miradas. Aunque toda la charla era algo aburrida, incluyendo la música-porque no era la música que uno pensaba- aun así…era agradable y sus padres se comportaban amablemente conmigo; desde que llegue eran amables pero de una manera prejuiciosa, pero ahora era amabilidad pura, o se acercaba. Michael y yo terminamos de cenar, y vaya que la comida era deliciosa; mientras sus padres seguían hablando animosamente. La verdad jamás había visto en mi vida a una pareja de esposos tan platicadores entre sí, era como si fueran los mejores amigos de toda la vida, en cierto modo era raro…  ”¡Claro!, son los 80’s, es obvio que en esta época que una pareja de esposos sea así es rarísimo”, pensé. Pero la verdad es que los padres de Michael me habían caído bien.
-¿mamá?, ¿nos podemos retirar?-dijo Michael levantándose de su asiento y camino al mío.
-si claro hijo. Nos vemos después.
-gracias por la comida Señorita Charlotte.
-no hay de que querida. De todas formas la comida la hiso Michael.
-ya mamá…-dijo Michael fastidiado, y jalándome de la mano para que lo siguiera, y tome de la mano a Emmanuel, que venía atrás.
-se ve que es una buena chica-dijo Charlotte a su marido, después que Michael y Caira se fueran del comedor.
-la verdad es que sí. Tiene integridad-respondió Noah.
-querido… ¿tú piensas que…?-dijo mirándolo a los ojos sorprendida.
-claro que no Charlotte. Él ya tiene su obligación. Ella solo PUEDE ser su amiga. Y él lo sabe.-respondió irónicamente.



Michael y yo fuimos a dejar a Emmanuel a su habitación porque ya se estaba quejando del sueño. Le ayudamos a ponerse el pijama, lavarse los dientes y luego de eso Michael lo tomo en brazos y lo puso en su cama, yo lo arrope y juntos le leímos un cuento. Emmanuel estaba encantado.
-<<el caballero se deshizo del dragón. Cansado de su batalla; fue al castillo a salvar a la princesa>>-Michael me paso el libro.
-<< al llegar al castillo la princesa lo esperaba. Y el con delicadeza la tomo de la mano y cabalgaron juntos por el atardecer, dejando a sus enemigos atrás y viviendo…felices por siempre. FIN >>
-yo pensaba que el dragón iba a ser amigo del caballero. Pero…seria su cena.
- y tu serás mi cena si no te duermes.
-¡aaaahhhhhhhhhh!, ¡me ataca Michael la bestiaaa!-gritaba Emmanuel mientras Michael le hacía cosquillas.
-muajajajaja
-¡yaaaa!
-ok hermanito, duérmete-le decía dulcemente Michael mientras Emmanuel se metía en sus sabanas.
-buenas noches Caira.
-buenas noches Emmanuel. Nos vemos luego-dije y le di un beso en la frente.
-dulces sueños-le decía Michael acariciándole la cabeza.
Apagamos la luz y salimos de ahí sigilosamente, cerrando la puerta.
Nos fuimos para afuera, a la fuente. Ahí afuera era todo paz. La luna alumbrando la noche y la fresca brisa, era una hermosa noche. Nos sentamos a la orilla de la fuente, mientras escuchábamos el suave sonido del agua.
-gracias por venir. Y más que todo: por aguantar.
-no hay de qué pero… ¿Por qué “aguantar”?
-no sé si te diste cuenta, pero ellos al principio no se comportaron sinceramente. Después de tu respuesta acerca de cuáles son tus metas en la vida, ahí todo siguió bien. Buena táctica.
-ni siquiera venia preparada para hablar. Respondí solo la verdad…
Quedamos largo rato en silencio. Cómodo silencio.
-la verdad es que esperaba un poco menos de amabilidad por parte de ellos. A decir verdad…eres la primera amistad mía que traigo que no la atascan de preguntas  y debilidades. Esto esta raro…o tu eres demasiado buena.
-prefiero pensar que esta raro. Por cierto… ¡ame tu comida!, cocinas genial.
-no es para tanto. Casi nunca cocino. Pero era una cena importante, así que me asegure de que, al menos la comida, fuera buena.
-mire mi reloj-¡Michael!, son las 9:00 p.m, ¡es tardísimo!
-¿y?
-¡Michael!
Se rio.
-ok, ok…te voy a dejar.-dijo levantándose al igual que yo.
-pero te tienes que despedir de mis padres, ¿ok?
-si está bien lo que quieras, pero tenemos que irnos.
-¿lo que YO  quiera?
-Michael-dije fastidiada.
Se rio otra vez y llegamos a la cocina.
-adiós, gracias por todo-alcancé a decirle al ama de llaves antes de que Michael me jalara.
-¡adiós linda!, cuídate.
Pasamos por paso fugaz en la cocina, el comedor y llegamos a la sala. Ahí estaban los padres de Michael, seguían charlando, y no se dieron cuenta de que estábamos ahí. Hasta que:
-Caira ya se va. Solo quería despedirse de ustedes.-dijo serio, pero a la vez aliviado quien sabe por qué.
-oh, gracias por venir Caira-dijo el señor Jackson levantándose de su lugar y besándome galantemente la  mano.-fue un gusto conocerte.
-igualmente, señor Jackson.
-Por favor dime Noah.
-ok…Noah.
-esperamos verte pronto Caira-dijo la señora Jackson despidiéndose de mí.
-ok a Caira le encanto todo. La iré a dejar.-dijo Michael jalándome, otra vez.
-¡tengan cuidado!, ¡gracias por venir!-alcanzo a decir la señora Jackson cuando Michael y yo ya estábamos en la puerta.
-¡adiós, mucho gusto!-
-¡nos vemos luego mamá!-dijo Michael cerrando la puerta de un portazo.
-¿Por qué tan apresurado, joven Michael?
-nada Caira. Es que ya quería salir de ahí-dijo abriéndome la puerta y entrando a su auto.
-ok pero… ¿Por qué tan alterado, si no me hicieron nada malo?-dije cerrando la puerta.
-eso es lo que ELLOS quieren hacerte creer.-dijo arrancando el auto y hábilmente se dirigió al portón.
-bueno…si tú lo dices…
-después hablaremos de eso. Ahora… ¿Qué tal te pareció todo?
-fue genial. Me encanto. Y creo que te contrataré como mi chef personal.
Nos reímos.
-¡¿Cuándo empiezo?!
Nos volvimos a reír y seguimos camino a mi casa. Ahora él estaba más tranquilo, al parecer el sabia todos los trucos y secretos de su familia, aunque yo creía que estaba exagerando, aun así tenía que creerle. Aunque yo creía que su familia era agradable, y elegante; que a veces tocaban temas algo íntimos pero no en plan de ofender, al menos eso había percibido yo. Me distraje. Ya estamos cerca de mi casa. ¿Por qué sentía que no quería entrar a casa?

lunes, 4 de abril de 2011

Capítulo XV: La Residencia Jackson

-ya estamos aquí. No hay marcha atrás.-susurro Michael.
-lo sé-lo solté despacio.
-hagas lo que hagas…no te alejes de mí. No quiero que te interroguen indebidamente, de todas formas lo harán, pero si estás sola será peor. Así que si quieres ir a algún lugar…solo avísame y voy contigo, ¿está bien?-me seguía explicando en susurros mientras caminábamos por la casa, yo al lado de él casi congelada.
-créeme, no será problema.-dije mirando alrededor.
Llegamos a su enorme sala. Su casa estaba llena elegancia, y ese toque de familiar y acogedor que quedaba perfecto, con todas esas macetas de plantas y flores por doquier, fotos familiares, trofeos de deportes, diplomas y todo eso. Observaba cada detalle de la sala asombrada y conmovida por los recuerdos familiares, Michael solo me explicaba humildemente cada suceso con un muy pequeño resumen o explicación de todo, con algunas fotos  se sonrojaba y me empujaba levemente para que mirara otra; yo solo reía y seguía por mi recorrido. De repente llegue a una foto de Michael de bebe, era el bebé más tierno y dulce que había visto en mi vida.
-¡awwwwwwn!, ¡que cosita tan linda!-dije muerta de ternura tomando la foto en manos.
Michael se sonrojo y rio apenado.
-me imagino que tu era más linda, no exageres.
-dime lo que quieras, pero seguiré diciendo que ¡eras él bebe más hermoso del mundo!
-¡ya Caira!, no exageres-dijo riéndose.
-Michael…creo que ella no exagera querido.-dijo una voz a nuestras espaldas, la voz era elegante y refinadamente femenina.
Nos volteamos despacio. Y bajando las gradas venia una mujer, muy hermosa que nos miraba con cierta ternura materna, pero guardando la  expresión refinada.
-hola…mamá…-dijo Michael sorprendido.-no sabía que ya habías llegado…
-bueno ya estoy aquí hijo, además quería estar aquí cuando viniera tu amiga.  ¿y tus modales hijo?-dijo mirándome con una sonrisa muy maternal.
-lo…lo siento. Mamá ella es Caira Valley, Caira ella es mi madre, Charlotte.
-mucho gusto Caira-dijo estrechando mi mano amablemente.
-igualmente -dije, extraordinariamente, con firmeza. Y educación.
Michael se notaba nervioso cuando vio  su madre, pero cuando me presento se tranquilizó y volvió a la normalidad.
-bueno Caira, me alegro que Michael te haya traído aquí. Y bueno ya que hay una invitada, iré a llamar a tu padre -dijo cambiando de dirección la mirada a Michael.
-está bien mamá. Le enseñare la casa a Caira.-dijo Michael tomándome del brazo y poniendo su foto, que aún seguía en mis manos, en el mueble y empezamos a caminar algo apresurados.
Seguir los pasos de Michael era algo que siempre me costó. Aparte de que era altísimo, y sus piernas lo reflejaban, caminaba muy rápido. Llegamos al patio, al parecer era un patio central, había una fuente en medio y todo estaba hermoso.
-Michael….Michael ya no corras…
-creo que aquí ya no, nos escucha-dijo parando en seco y yo rebotando en su espalda por el impacto.
-un camión no te gana-dije sobándome la cabeza.
-tengo que ir a cambiarme. Te quedaras a cenar, ¿no?-dijo con su mirada amable.
-pues gra…
Antes de que terminara de decir gracias, me tomo del brazo otra vez y subimos por unas escaleras en espiral de la parte trasera de la casa.
-¿A dónde vas?, ¿no te ibas a cambiar?
-¿te olvidaste de “la regla de oro”?
-ah…esa regla. ¿Te cambiaras en el baño, no?
-no tengo baño en mi cuarto.-llegamos arriba a un pasillo, el cual cruzamos y llegamos a donde parecía ser que era su cuarto. Entramos.
Su cuarto era bastante grande, piso de madera, y parecía una cabañita, con las cosas más tiernas y difíciles de encontrar en el mundo, tenía muchos peluches, juguetes, discos, libros, y otras curiosidades, por alguna razón yo tenía muchas ganas de jugar. Su cuarto irradiaba felicidad y color, y sobre todo, mucha paz. Me dio un breve recorrido por su cuarto, y de último me enseño su balcón donde tenía varias plantas y flores.
-entonces… ¿te quedaras?
-supongo que sí. Pero no muy tarde.
-te llevare a tu casa temprano, te lo prometo.-dijo mientras volvíamos a su cuarto. Él se dirigió a su closet y saco unos jeans negros y una camisa a botones color rubí. Y, sin que yo me diera cuenta por andar observando su cuarto, se empezó a cambiar.
-que genial esta tu…
Al voltear a ver a Michael, esperando que estuviera como lo había visto hace unos minutos, resulto que se estaba cambiando. No se podía hacer nada más que cerrar los ojos y hacer como que no pasó nada. Aunque sinceramente ahora quería que la tierra me tragara completa. Gracias a Dios cerré los ojos antes de ver cualquier cosa.
-lo siento, lo siento, lo siento-dije avergonzada.
Sentí sus manos sobre las mías, que tapaban mis ojos fuertemente, y me quito las manos de los ojos.
-Caira…no te alarmes. Ya me cambie. ¿Tranquila ya si?
Yo seguí igual de avergonzada  sonrojada que antes.
-es…está bien. No tenía la intención de verte…lo siento mucho.
-no importa, ¿nunca has visto a tu padre así?
-si…pero tú no eres necesariamente un clon de él.
Se rio divertido. Y solo sonreí.
-me refiero a que no es la primera vez que ves a un hombre sin camisa.
-bueno es que mi padre es mi padre. Tú eres Michael.
-se rio otra vez-en fin…lamento no haberte dicho, pensaba que estabas en el balcón.
-ah está bien, no hay problema. Yo también lamento no haber…salido de la habitación.
-las cosas pasan, además no tenías ninguna atención maliciosa. No puede ser que te pongas así, ¿tanto miedo doy?
-¡no das miedo!, al contrario, el caso es que no se…ya olvidémoslo.
El solo rio y yo cruce los brazos.  Me halo del brazo y seguimos recorriendo su casa. Fuimos por toda la casa, la lavandería en el sótano donde entraba una tierna brisa y un suave brillo de sol; también me llevo a las demás habitaciones, excepto a la de sus padres, también fuimos a la habitación de Emmanuel y ahí estaba, pero tomando una siesta, conmovidos lo arropamos porque se había quedado sin sabana y con un juguete en la mano, lo arropamos, Michael puso su juguete en la caja donde los tenia todos y sigilosamente nos fuimos de ahí. Salimos por la parte de atrás, hacia donde Michael tenía sus animales. Toda su casa por dentro era elegante, cómoda y cálida, era simplemente genial. Tras flores, grama, tierna brisa y tenue sol llegamos a donde Michael tenía unos becerros y una llama, la llama de llamaba Louie; yo les tenía miedo pero Michael me entro al corral, donde los tenia, y me extendió la mano para que los tocara, fueron muy dulces.
-que hermosos-comente.
-le caíste bien a Louie.-sonreía mientas me dejaba la mano posada en el lomo de la hermosa llama y él se iba a acariciar a los becerros.
-¿Por qué lo dices?
-no se deja tocar de nadie si yo no estoy cerca de ese alguien. Ni siquiera mamá lo puede tocar sin que yo esté a la par de ella. Mira donde estoy-señalo donde estaba (a unos metros de mi sentado con las rodillas cruzadas acariciando tiernamente a sus becerros)-y no te hace nada.
-hoy debe de ser mi día de suerte.-sonreí.
Nos la pasamos hablando en el corral, reflexionando y riéndonos, acariciando a los bellos animales que tenía el ahí, que me dijo que faltaba que me enseñara su boa constrictor pero le dije que necesitaría mucho valor para eso, << Muscles es súper, no te hará daño >> me dijo mientras me tomo del brazo y salimos del corral, porque su madre nos estaba llamando a cenar. Entramos de nuevo a la casa.

Me puse bastante nerviosa. No sabía cómo sería una cena con su familia, era obvio que tenía que usar la etiqueta y elegancia que aprendí de mi madre. “todo saldrá bien”, me repetía a mí misma mientras Michael se iba dando cuenta de mi nerviosismo y paramos en una esquina obscura de su casa-baya que su casa  tenía  rincones-paramos ahí, quedando muy bien escondidos por la obscuridad que ya tenía la noche, sí que nos habíamos tardado en el corral, así que la luna ya brillaba dejando lucir su delicada luz.
-¿estas nerviosa, no?-pregunto preocupado.
-sí.
-te dije que no siguieras así…-se acercó-no hay nada que temer.
Me mantuve con la mirada a sus ojos, sí que me perdía en ellos, él quería que yo estuviera bien, quería lo mejor para mí, el sentía algo, lo pude ver demasiado claro en sus ojos, y al parecer…el no era el único que sentía algo.
-mientras te mantengas…-se acercó a mí, ahora estaba a unos centímetros de mí.
Respire hondo, para tratar que el corazón no se me saliera de su lugar.
-junto a mi…nada…-cara a cara, a unos centímetros.
 Cerré mis ojos. Reacción evasiva.
-nada te pasara…
No sabía que  iba a pasar. Pero ahora…se le había olvidado todo, no quería regresar a recordar. Estaba intrigada. Conmovida. Y sintiendo algo nuevo…y desconocido.