lunes, 27 de diciembre de 2010

Capítulo V: Confudida en pensamientos

Jamás fui una persona social. Siempre, desde temprana edad, me daba pánico tener que hablarle a alguien, hacer nuevos amigos era un gran reto para mí. Aun no me explico cómo me hice amiga de Emmily y mucho menos de María, al parecer mi característica antisocial se estaba desvaneciendo, y no me percate de ello hasta ayer en la noche que conocí a Michael. No sé cómo pude hablar con él con tanta naturalidad. Me cuesta hablar con mujeres y con los hombres, ¡jum! para que mencionar, pero con él había sido diferente. Al principio era obvio que los dos estábamos inseguros, en realidad yo insegura y el avergonzado por lo que me conto que sus amigos lo retaron a hacer, pero después había algo en el que me instaba a  no sentirme insegura, algo que me hacia hablar con él como si ya lo conociera, nos hablábamos con fluidez y calidez, me sentía muy bien a su lado y eso me confundía mas. Y ese dulce beso en la mejía…tal vez fue solo un simple beso de despedida, pero para mí fue algo dulce y especial. Me emocione como una niña con su primer amigo, claro que me sonroje y la vergüenza ni siquiera me dejo volver a verlo, pero era natural.  Me dio esa curiosidad por saber que nos deparaba, ese entusiasmo por pasar momentos con él, de verdad estaba entusiasmada por empezar a ser amigos, su amistad me llamaba la atención. Pero…tenía que volver a la realidad. El era un joven, muy apuesto por cierto, y por más dulce e inocente que fuera, lo era y no podía hacer nada al respecto, tarde o temprano el encontraría pareja y se olvidaría de mi, y claro ¿quién soy yo para separar a dos enamorados solo porque me entusiasmaba la amistad de él?, sería muy poco ético y egoísta de mi parte hacer eso, y estaba muy segura que iba pasar. “No te ilusiones tanto”, me decía a mí misma, analizando esta situación. Lo mejor era que me lo tomara con calma. Y así lo iba a hacer.
 Esa noche, después de dejar a Annie, mamá estaba despierta esperándonos, las dos arreglamos a Haddy y ella se quedo un rato con ella en nuestra habitación, durmiéndola. Yo me fui a preparar un té y a ponerme pijama,  ya lista me despedí de mamá y apague todas las luces, con la pálida luz que entraba a mi ventana me puse a leer un rato…poco a poco el sueño me gano y caí. Así termino ese día…aun más confundida por culpa de mis pensamientos, y mis deseos de ser cuerda.

Esa noche Michael regreso con sus amigos después de despedirse de Caira y ellos lo estaban molestando y diciéndole cosas como: “¡eso tigre!”, “Jackson el galán”, “eres todo un Casanova, ¡Jackson!”, mientras el intentaba explicarles que era una chica de la universidad, que ya la conocía, pero sus intentos por callarles la boca fallaron. Sus amigos no querían entender, lo único que entendieron era que no le pidió su número, y eso significaba que ya no le tenían que pagar lo de la apuesta. Erick, su mejor amigo, trataba de defenderlo, pero termino siendo también fastidiado. “Claro solo entienden lo que les conviene”, pensaba Michael fastidiado, y que después  molesto salió hacia su auto y se largó de ahí. En el camino, después de tranquilizarse por la ineptitud de sus amigos, se la paso pensando en lo bien que le había caído Caira, pensaba en que era agradable y tierna, y que era la primera chica que no había tratado de aparentar lo que no era. Le gusto mucho eso, y quería llegar a ser un gran amigo de ella. Pero el tenia un don que le permitía ver lo que las otras personas sienten muy dentro de ellos, con solo verlos profundamente a los ojos, y en Caira vio bastante dolor en su interior, pero que estaba tratando de ser feliz. El quería ayudarla a ser feliz, pero no sabía exactamente por qué ella estaba así, pero tenía muchos deseos de saberlo y ayudarla. Estaba feliz de hablar con alguien tan parecida a él, alguien tan autentica, alguien tan sencilla y humilde. Era obvio que quería ser amigo de Caira, aunque no sabía porque tenía ese entusiasmo tan grande, y lo único que esperaba era que ella también sintiera eso. Así llego a su casa, y tras dejar su auto en el garaje y subir hacia su cuarto, se recostó en su cama, sumido en sus pensamientos. No había nadie despierto y no había ninguna luz encendida, todos ya estaban dormidos. Observando con serenidad la bella luna, se quedo profundamente dormido, con la ventana abierta y el viento moviendo suavemente sus rizos, una sonrisa se formo en su dulce y hermoso rostro, en señal de satisfacción, ya que ahora tenía una misión: devolverle la sonrisa a Caira, aunque para él una nueva amiga…no estaba en sus planes, ya que en su vida…no tenía la libertad de escoger sus amistades del sexo opuesto, eso lo enojaba y deprimía, pero era un joven, y “un poco de rebeldía no le vendría nada mal”, pensaba, estaba dispuesto a romper su patrón de seguir siempre las reglas y ser “buen chico”, y aunque sus escrúpulos eran varios, quería cumplir su misión, así se lo propuso, y era un hombre de palabra.
-por favor pongan atención jóvenes. Es de suma importacia que se aprendan esto-decía el profesor mientras la mayoría no le ponía atención y yo trataba pero los de la clase no se callaban.


 A la vez de que trataba poner atención al profesor, no podía evitar estar impaciente por que llegara la otra clase, ya que era la clase que nos tocaba con los de medicina, la clase que antes me parecía molesta ahora ansiaba en que llegara. Mis razones eran obvias: quería ver a Michael. Aunque estuviera más confundida y preocupada que ayer por culpa de mis pensamientos y conclusiones, que siguieron de camino al campus, aun así lo quería ver. Al fin se termino la clase y salí algo apresurada hacia el otro salón, al llegar solo estaba la profesora y dos alumnos sentados charlando. Solo me senté tranquilamente, los de mi clase ya estaban entrando y atrás de ellos, los de medicina.


-hoye Caira...te noto algo diferente hoy. ¿Qué tienes?-pregunto Emmily sentándose a mi lado como de costumbre.
-no..., no tengo nada. Solo...quería tomar un buen lugar, esto es todo-dije algo nerviosa.
-está bien...si tu lo dices...
Le sonreí a Emmily en señal de que me sentía bien. Pero alzaba mi cuello para ver si ahí venía él.
Seguía sin entrar y el profesor ya estava preparándose  para empezar. Al fin entraron los de medicina, pero no encontraba señales de Michael. Solo suspiré desilusionada y seguí concentrada en la clase.


Al fin termino el día, me despedí de mis amigas y me fui al auto. Me quite la bata y el  estetoscopio que usamos hoy y arranqué el auto.
Fue un día normal, siempre hablando con mis amigas en el receso y algunas veces en clase, ningún problema con los maestros y en fin todo estaba normal. Me decepcionaba que no vi a Michael, pero me imaginaba que tuvo que hacer algo, primero Dios no le había pasado nada. Llegue a la casa y como siempre no estaba el auto de papá, mamá y el llegaban a las 6:00 p.m, el pasaba por ella en la floristería, de la cual mamá era dueña. Una linda floristería y servicio de arreglos para ocasiones especiales, esa era el negocio de mamá, trabajaba junto con Path, una amiga suya de su edad y con Luca, un niño de 14 años que trabajaba ahí en la tarde después de la escuela. Entre a la casa y colgué mis llaves y fui a la cocina por un jugo.
-¡Caira!-dijo, bajando las gradas, Haddy.
-Hola Haddy...-dije cargándola-¿Cómo estás?
-bien.¿y tú?-dijo bajándose de mis brazos.
-bueno...iré a hacer tarea-dije tomando unn jugo de la refrigeradora.
-¡ok!, yo estaré en la sala viendo televisión.
-¿ya hiciste la tarea?
-si. Hace como 20 minutos.
-esta bien, si necesitas algo...estaré en la oficina.

Me puse la pijama y me fui a hacer la tarea. Ya en un buen rato llevaba la mitad, me estire cansada y proseguí. Después de seguir con la tarea con la típica cara de “aburrimiento estudiantil”, al fin termine y arregle todo para el lunes. Después de eso me fui a mi habitación aturdida con mi mano en la frente, revise el reloj y eran las 9:00 p.m, al parecer ya tenían que estar mis padres en casa, de arrastradas baje las escaleras y efectivamente…mamá, papá y Haddy estaban en la sala viendo una película con las palomitas a su lado. Sonreí, no se habían dado cuenta que estaba ahí y subí sigilosamente hacia mi habitación y literalmente me tire a mi cama, cansadísima pero a la vez satisfecha que mañana ya tenía el día libre, rápidamente con el contacto de las sabanas que me envolvían me quede dormida.
Eva subió hacia  la oficina o el cuarto de sus hijas con un vaso de leche y un sándwich, especialmente preparado para su hija que todavía no cenaba, y ella prefería no interrumpirla cuando hacia su tarea, al igual que su marido y su sobrina hija. Con su delicado andar abrió despacio la puerta de la oficina y no encontró a su hija ahí, cerró la puerta y se dirigió a la habitación de las chicas que tenia la puerta abierta, lista para decir “hija aquí te traje”, se quedo con las palabras en la lengua cuando vio que su hija estaba profundamente dormida, dejo la bandeja a un lado y fue a arropar bien a Caira. Acaricio su cabeza suavemente y beso su frente con dulzura. Tomo la bandeja algo preocupada de que ella no hubiera cenado y entre cerró la puerta para que Haddy entrara, Haddy venia atrás de ella y Eva le dijo que no hiciera ruido, la pequeña niña beso a Eva en la mejia y le dijo buenas noches, Eva se retiro y Haddy entro a la habitación cerrando la puerta suavemente para no despertar a Caira y saltando se acostó en su cama y con la facilidad de un niño al dormir quedo profundamente domada por el sueño en unos minutos…abrazada con su pequeña oso de peluche.                                                      

viernes, 17 de diciembre de 2010

Capítulo IV: Una tarde en los videojuegos con una agradable sorpresa

Después de la mágica noche en el muelle, todo siguió su curso. Mamá en su trabajo en la floristería, papá en la oficina, Haddy en la primaria y yo en un día común y corriente en la universidad. Ahora mismo estaba de camino a mi auto, pero de repente me percaté que alguien caminaba atrás mía, seguí caminando normal y de repente de la nada apareció un chico enfrente de mí que tenía cara de preocupado, me pasó arrollando y corrió atrás mía, al parecer para ir con la persona que estaba atrás mía.
-¡Mike!, ahí estás zopenco, ¡vámonos ya!, nos matarán si te ven aquí-  se escuchó que dijeron.
-Ok, pero ayúdame con la caja-respondió el otro.
Se escuchó que empezaron a correr y de repente pasaron al lado mía golpeándome la cabeza levemente con una caja, pero la caja estaba bastante pesada. Me acaricié la cabeza adolorida.
-¿estás bien?-me preguntaron de repente y vi que era chico moreno con el cabello negro y rizado me estaba mirando con preocupación y me acariciaba la cabeza suavemente.
-emm...si...si estoy bien, no fue nada-respondí confundida y el dejó de acariciar mi cabeza.
-Erick, discúlpate con ella-dijo volteando a ver con enojo al otro chico que varado sostenía la caja.
-bufó y miró para otro lado-lo siento...-dijo fastidiado.
-discúlpanos, es que tenemos prisa-dijo el chico volviendo a mí y sonriéndome cálidamente.
-está bien, no importa-sonreí.
Hasta ahora no lo había visto a los ojos, para evitar mis constantes ataques de timidez.
-lamento ser aguafiestas...pero...¡Mike tenemos que irnos!-dijo alterado.
El chico que me sonreía se aparto de mi y me dijo adiós con su mano, y agresivamente el otro lo jaló y se fueron. Me quede confundida y algo conmovida...la sonrisa del chico era muy...muy...no sabía que palabra usar pare describirla pero era muy peculiar y hermosa, y me había conmovido. En fin cosas de la vida, me dije a mi misma y entre a mi auto.

Tras varios minutos al volante, pare en un callejón donde habían teléfonos monederos y bajé del auto. Marqué el teléfono de la casa y espere. En ese callejón paso una pequeña niña con su perro y tras distraerme por verla con ternura, no me había percatado de que ya habían contestado el teléfono.
-¿hola?, ¿hay alguien?-preguntaron.
-ahh, hola...
-¿Caira?
-sí, hola papá.
-hola hija.. .¿qué pasa?
-solo quería saludar...
-que tierna. Quería que me hicieras un favor, perdón por la molestia.
-no es molestia. Dime.
-ve a traer a las niñas. Están en los videojuegos.
-niñas te refieres?
-Haddy y una su amiga, Annie.
-ah, ya capté, ahora voy por ellas. Nos vemos en casa. Adiós.
-chao-colgó.
Entre al auto me dirigí a los videojuegos. Ya eran las 6:00 de la tarde y en ese lugar a estas horas el ambiente se tornaba poco acogedor para dos niñas de 8 años, por eso entre al lugar desesperada buscando a Haddy. Ese lugar me parecía poco apropiado a estas horas, porque había solo chicos mayores, cigarrillos y bandas. Quién sabe qué más. Vi a Haddy riéndose jugando Pinball con Annie, las dos estaban muy alegres jugando.
-Hola chicas....-dije acercándome a ellas.
-¡Caira!-dijeron las dos-¡Hola!
-¿quieres jugar?-preguntó Haddy.
-no gracias, ya nos vamos.
-pero Caira....-dijo Haddy poniendo cara triste-nos queremos quedar.
-siiii-dijo Annie uniéndose.
-bufé fastidiada por dejarme manipular-está bien....iré a ver qué juego, nos vamos en una hora-diciendo eso me fui y ellas prosiguieron alegres su juego.
Encontré un lugar donde no había mucha gente y me senté a jugar. No era muy experta en esto de los videojuegos, a decir verdad...era un asco.

Al lado de Caira había un grupo de chicos, unos hablando y otros retándose a hacer locuras. Ella ni siquiera se había percatado de ellos. Había dos chicos que charlaban. Uno estaba con la mente fija en el videojuego, pero a la vez charlando con su amigo, mientras el otro se quejaba de lo aburrido que estaba.
-hoye Mike…estoy tan aburrido. ¿Por qué no vamos con los chicos a retar y apostar, haber quien hace la peor locura?
-siempre gana George, ya me aburrí de ver que tan bajo llega por $.50.00-bufó sin quitar la vista del juego.
-pero es que nadie se atreve. Yo ya me atreví una vez y casi me meten a la cárcel.
Los dos rieron.
-eso fue súper divertido-dijo entre riéndose.
-pero NADIE, me puede ganar con eso. Soy invencible- dijo orgulloso.
-bufó-yo te puedo ganar en cualquier momento.
-está bien. Iré con los chicos y decidiremos que ponerte a hacer.
-¿no te crees capaz de decidir tu solo?- dijo retándolo.
-¡claro que sí!-dijo exaltado-te reto a que le hables y consigas el numero de esa chica-dijo apuntando hacia Caira.
-está bien-dijo después de verla de reojo-todo lo que sea que te tape la boca-dijo, se levanto y se dirigió hacia donde estaba Caira.
Los demás chicos se interesaron en “la nueva apuesta” y se reunieron todos para observar que hacia su amigo. Mientras el tranquilamente se dirigía hacia Caira y se preparaba para actuar como galán, en ese momento agradeció haber estudiado teatro. Se sentó al lado de ella.
-¡estúpido juego!-se quejaba Caira sin darse cuenta que no estaba sola.
-maldiciendo el juego no conseguirás ganarlo-dijo él con tono seductor.
¿Quién rayos me estaba hablando?, voltee a ver bruscamente. Y me quede atónita de quien era. Era el chico que me pidió disculpas en la universidad, lo mire a los ojos y pude ver que estaba tan sorprendido como yo.
-¡oh!, eres tu.-dijo nervioso y mirando hacia abajo-perdóname, no tenía idea de quien eras-dijo avergonzado.
-no importa. Pero… ¿Por qué te disculpas?
-subió su rostro y me miro algo más relajado pero ahora tenía expresión tímida-es que mis amigos me retaron a coquetearte y conseguir tu numero. Por eso me disculpo, no tenía idea de que fueras tú. ¿te acuerdas de mí no?-me pregunto con un tono dulce y tímido.
-sí. Eres el amble chico que me pidió perdón hoy en la universidad-dije tímidamente y a la vez irónicamente.
-si te acuerdas de mí-sonrió- y bueno, ya que nos volvemos a ver… ¿Cómo te llamas?
-me llamo Caira Valley y ¿tu?
-muchísimo gusto Caira-dijo estrechándome la mano levemente.
-igualmente.
-yo me llamo Michael Jackson-dijo sonriendo cálidamente.
Me limitaba a verlo a los ojos, aunque fueran misteriosos y lindos, me intimidaban mucho.
-estas en la UCLA ¿no?-pregunto.
-sí. Pero en ¿Qué estas tu?, nunca te he visto en mi clase.
-estoy en medicina, en penúltimo año.
-yo estoy en veterinaria. Recibimos una clase juntos ¿no?
-sí, pero nunca te he visto ahí.-dije irónicamente.
-bueno pero ahora nos conocemos-sonrió.
-si-sonreí también.
Empezamos a hablar de la escuela, de donde vivíamos, de algunos gustos propios.  No le prestabamos atención a lo que había a nuestro alrededor, solo nos prestábamos atención el uno al otro, al principio los dos timídamente nos hablaamos, pero después nos confiamos más hasta llegar a charlar muy cómoda y abiertamente. El vivía en un barrio donde solo habían mansiones, pero él no menciono si vivía en una solo me dijo el barrio, nos gustaba la misma música y no éramos muy sociales que digamos, esa fue mi conclusión final, ya que interrumpimos nuestra charla ya que Haddy y Annie llegaron adormilentas a mi regazo y me suplicaron que se querían ir.
-Bueno Michael, fue un placer-dije tomando a Annie de la mano y ella a Haddy . Mientras el miraba amigablemente a las niñas y les sonreía dulcemente.
-el placer fue mío Caira, espero verte mañana-dijo elegantemente y viéndome con esos ojos tan embriagantes y misteriosos. Pero a en este momento se miraban timidos y alegres.
-igualmente, feliz noche-dije extendiendo mi mano. El no la estrecho. Solo con ella me jalo hacia el levemente y se despidió con un beso en la mejilla. Me estremecí y me sonroje levemente y tímidamente me retire.
No era la manera esperada de despedirme de el, y con solo ver sus ojos ya eran suficientes sentimientos nuevos para mí, la mayoría de duda, pero ese beso en la mejía me hiso sentir algo entre timidez y alegría, pero estaba más segura que era timidez. Aun seguía sonrojada y de tan concentrada que iba en mis pensamientos no me percate que las niñas se habían dormido en el asiento de atrás. Sonreí porque me daba ternura como dormían, y suspire por la linda amistad que empecé con Michael. Con el me sentía muy cómoda y alegre. Ahora tenía un amigo especial en mi vida…el chico de los ojos misteriosos color chocolate, el de la dulce sonrisa de niño…el chico de la chaqueta blanca y negra, que me había cautivado con su dulzura y amabilidad.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Capítulo III: Una noche en el muelle

Era una tarde de sábado. Haddy y yo nos estábamos cambiando y mis padres ya estaban esperándonos en el auto.
-ya estoy lista… ¿y tu?
-no, ¡no se que ponerme!
-¿en todo estos 10 minutos que me voltee para cambiarme tu no te has cambiado?
-es que no se que ponerme.
-Haddy… ¡ponte lo que sea!, solo iremos al muelle.
-esta bien.
Haddy tomo un atuendo, se lo puso y  la jale y corriendo salimos al auto cerrando la puerta.
-perdón por la tardanza. Alguien no se apresuraba.-dije voleando a ver a Haddy y las dos entrabamos al auto.
-esta bien mis niñas…lo importante es que ya están aquí-sonrió mamá y papá arranco el auto.
Era una linda tarde, el cielo estaba teñido de tonos anaranjados y celestes, que pintaban una sonrisa en mi rostro mientras el delicado aire rosaba mi rostro tras mi ventana abierta. En el camino nos fuimos bromeando. Mamá iba muriéndose de la risa y papá igual. Haddy y yo estábamos haciendo chistes casi de todo y papá hacia algunos más, pero los más graciosos eran los de mamá. Llegamos al muelle y Haddy y yo salimos corriendo a tirarnos a la arena. Papá bajo la hielera y mamá una canasta. Me levante y tome la canasta que llevaba mamá. Haddy fue a traer velas y fósforos. Pusimos la hielera y la canasta encima de una gran manta en la arena y acomodamos las velas y las prendimos, mientras mamá arreglaba todo para la cena sacando los platos y vasos y papá fue a traer al auto unas almohadas. Haddy y yo estábamos en el muelle jugando con el agua en nuestros pies,  admirando la vista y sin percatarnos siquiera de donde habíamos dejado los zapatos.

-el atardecer…es hermoso-dije mientras admiraba tan preciosa divinidad de la naturaleza.
-si…aquí en el muelle se ve aun mas hermoso.
Nos miramos un rato y sonreímos levemente, mientras las olas hacían su suave movimiento y dejaban brotar algunas refrescantes gotas de agua que se mezclaban con la brisa.
-¡niñas!, ¡vengan a comer!-gritó papá.
-¡ahora vamos papá!-respondí.
Ayude a levantarse a Haddy y nos fuimos corriendo hasta la playa, en donde estaban ellos.
-ya venimos!-dijo Haddy y se sentó.
-el agua esta deliciosa-dije y tome asiento al lado de Haddy.
-ummm…pero no trajeron traje de baño.-dijo mientras nos pasaba nuestros platos y nosotras nos servíamos.
-si…pero…venimos en shorts, así que nos podemos meter un poco-opinó Haddy.
-si…ademas hay blusas en el baúl porque hace días olvidamos sacarlas de ahí- añadí.
-bueno… ¿que opinas querido?-pregunto Eva a Marvin.
-por mi esta bien. Que se diviertan. No todos los días venimos a la playa.
-bueno niñas se pueden ir a dar un chapuzón.
-¡wiiii!-dijo Haddy emocionada y se paro emocionada camino al muelle.
-pero cuando terminen de comer.
-¡jum!...-dijo Haddy y se sentó otra vez mientras Marvin y Caira reían.
-solo termina tu cena y puedes ir al mar.
-esta bien tía Eva…-dijo resignada.
-así era Caira a tu edad. Desesperada-dijo Marvin.
-¡hey!...yo no era así…-dije en mi defensa.
- aja…seguro…-dijo Marvin sarcásticamente, mientras yo seguí comiendo.
Luego todos nos reímos y proseguimos con la cena. Hablamos de nuestra semana y de que tal nos iba en nuestras ocupaciones. No había ninguna novedad. Con respecto a las demás novedades…a veces olvidaba que mi ángel ya iba al cielo, siempre cuando se distraía la observaba, a la mujer que aunque años atrás, tras la adolescencia, creía odiar, y tras madurar descubrir que ella es una bendición.
-¡termine!, ¿ya puedo ir?-pregunto Haddy mientras se paro energéticamente.
-si linda ya puedes ir-dijo Eva.
-Caira… ¿vienes?-pregunto Haddy.
-si…seguro…-le respondí y me pare.
-que se diviertan-nos dijo papá sonriendo.
-¡gracias!, ven Caira…-dijo Haddy mientras me jalaba y corrimos hasta el muelle.
Llegamos al muelle corriendo y Haddy se dio un clavado desde donde estábamos y me jalo junto con ella.
- ¡casi me doblas algo!, ¡¿estas loca?!-dije riéndome.
-¿y te doble algo?
-no pero casi.
-es una lastima. ¿lo hago ahora?-dijo mientras ponía cara de traviesa.
-¡nooooooo!-dije y nade para escapar de ella.
-¡no corras gallina!-dijo Haddy atrás mía persiguiéndome.
Me alcanzo y nos empezamos a pelear con el agua y a jugar quien aguantaba más la respiración bajo el mar. Entre risas y quedar empapadas nos subimos al muelle otra vez y nos empujamos y resbalábamos al querer subir al muelle.  Cuando yo pude ayude a Haddy a subir y luego nos sentamos a ver la luna empapadas y despeinadas, pero muy felices.
La luna se miraba algo lejos, pero aun así estaba hermosa. La suave brisa nos arrullaba mientras nos fundíamos en nuestros pensamientos.

-a veces la vida real parece estar tan lejos…
-parece solo una pesadilla que a veces pasa…-suspiro Haddy.
-prométeme que jamás dejaras que las pesadillas y recuerdos fríos y tristes arruinen tu dulzura y comprensión-tome la mano de Haddy-prométemelo por favor.
Haddy puso su otra mano encima de la mía-te lo prometo-dijo acompañada de una sonrisa serena y dulce.
Nos sentamos mas juntas y ella puso su cabeza en mi hombro y yo recosté mi cabeza en la suya y puse mi brazo en sus hombros y ella se junto mas a mi cuerpo.
Así nos quedamos varios minutos dejando brotar nuestro cariño una a la otra. Podía sentir lo frágil que era por dentro Haddy y yo le hacia saber que jamás se dejara derrumbar por nadie ni por nada, que todas las cosas que estábamos viviendo y esos eventos del pasado queden como una vivencia para hacernos mas fuertes, por mas difícil que fuera, teníamos que hacerlo. Luego de que nos brotaran algunas lágrimas y dejáramos salir todos nuestros sentimientos…mamá nos llamo y tranquilamente caminamos hasta donde estaban. Al llegar le dimos un amoroso abrazo a mamá y la ayudamos a llevar las cosas. Ella siempre sonriente y jovial solo sonreía. Llevamos todo al auto y nos subimos a el. Mamá y papá habían estado todo el tiempo que nosotras estuvimos en el muelle, declarándose una vez mas su amor. Su amor y pasión uno por el otro seguía tan fuerte como la primera vez. Algo envidiable pero no imposible. Haddy y yo nos estábamos secando y poniéndonos blusas secas que habíamos dejado en el auto y poníamos las que nos sobraban para sentarnos en ellas y no mojar el auto; mientras papá miraba a otro lado y mamá nos ayudaba. Al terminar seguimos en el camino tranquilos y de vez en cuando brota conversación. Me sentía muy bien, me hacia falta una salida. Me había relajado muchísimo, medite mucho durante el tiempo en el muelle y esos momentos simples son los mas lindos. La caída del sol sobre el horizonte, la brisa delicada del mar, solo esos simple segundos son suficientes para sentirse mejor. Algunas cosas en la vida se van tan rápido como el mismo atardecer, y apenas nos damos cuenta de que se van, pero igual queda el recuerdo, un recuerdo que jamás se borra de la mente.