Jamás fui una persona social. Siempre, desde temprana edad, me daba pánico tener que hablarle a alguien, hacer nuevos amigos era un gran reto para mí. Aun no me explico cómo me hice amiga de Emmily y mucho menos de María, al parecer mi característica antisocial se estaba desvaneciendo, y no me percate de ello hasta ayer en la noche que conocí a Michael. No sé cómo pude hablar con él con tanta naturalidad. Me cuesta hablar con mujeres y con los hombres, ¡jum! para que mencionar, pero con él había sido diferente. Al principio era obvio que los dos estábamos inseguros, en realidad yo insegura y el avergonzado por lo que me conto que sus amigos lo retaron a hacer, pero después había algo en el que me instaba a no sentirme insegura, algo que me hacia hablar con él como si ya lo conociera, nos hablábamos con fluidez y calidez, me sentía muy bien a su lado y eso me confundía mas. Y ese dulce beso en la mejía…tal vez fue solo un simple beso de despedida, pero para mí fue algo dulce y especial. Me emocione como una niña con su primer amigo, claro que me sonroje y la vergüenza ni siquiera me dejo volver a verlo, pero era natural. Me dio esa curiosidad por saber que nos deparaba, ese entusiasmo por pasar momentos con él, de verdad estaba entusiasmada por empezar a ser amigos, su amistad me llamaba la atención. Pero…tenía que volver a la realidad. El era un joven, muy apuesto por cierto, y por más dulce e inocente que fuera, lo era y no podía hacer nada al respecto, tarde o temprano el encontraría pareja y se olvidaría de mi, y claro ¿quién soy yo para separar a dos enamorados solo porque me entusiasmaba la amistad de él?, sería muy poco ético y egoísta de mi parte hacer eso, y estaba muy segura que iba pasar. “No te ilusiones tanto”, me decía a mí misma, analizando esta situación. Lo mejor era que me lo tomara con calma. Y así lo iba a hacer.
Esa noche, después de dejar a Annie, mamá estaba despierta esperándonos, las dos arreglamos a Haddy y ella se quedo un rato con ella en nuestra habitación, durmiéndola. Yo me fui a preparar un té y a ponerme pijama, ya lista me despedí de mamá y apague todas las luces, con la pálida luz que entraba a mi ventana me puse a leer un rato…poco a poco el sueño me gano y caí. Así termino ese día…aun más confundida por culpa de mis pensamientos, y mis deseos de ser cuerda.
Esa noche Michael regreso con sus amigos después de despedirse de Caira y ellos lo estaban molestando y diciéndole cosas como: “¡eso tigre!”, “Jackson el galán”, “eres todo un Casanova, ¡Jackson!”, mientras el intentaba explicarles que era una chica de la universidad, que ya la conocía, pero sus intentos por callarles la boca fallaron. Sus amigos no querían entender, lo único que entendieron era que no le pidió su número, y eso significaba que ya no le tenían que pagar lo de la apuesta. Erick, su mejor amigo, trataba de defenderlo, pero termino siendo también fastidiado. “Claro solo entienden lo que les conviene”, pensaba Michael fastidiado, y que después molesto salió hacia su auto y se largó de ahí. En el camino, después de tranquilizarse por la ineptitud de sus amigos, se la paso pensando en lo bien que le había caído Caira, pensaba en que era agradable y tierna, y que era la primera chica que no había tratado de aparentar lo que no era. Le gusto mucho eso, y quería llegar a ser un gran amigo de ella. Pero el tenia un don que le permitía ver lo que las otras personas sienten muy dentro de ellos, con solo verlos profundamente a los ojos, y en Caira vio bastante dolor en su interior, pero que estaba tratando de ser feliz. El quería ayudarla a ser feliz, pero no sabía exactamente por qué ella estaba así, pero tenía muchos deseos de saberlo y ayudarla. Estaba feliz de hablar con alguien tan parecida a él, alguien tan autentica, alguien tan sencilla y humilde. Era obvio que quería ser amigo de Caira, aunque no sabía porque tenía ese entusiasmo tan grande, y lo único que esperaba era que ella también sintiera eso. Así llego a su casa, y tras dejar su auto en el garaje y subir hacia su cuarto, se recostó en su cama, sumido en sus pensamientos. No había nadie despierto y no había ninguna luz encendida, todos ya estaban dormidos. Observando con serenidad la bella luna, se quedo profundamente dormido, con la ventana abierta y el viento moviendo suavemente sus rizos, una sonrisa se formo en su dulce y hermoso rostro, en señal de satisfacción, ya que ahora tenía una misión: devolverle la sonrisa a Caira, aunque para él una nueva amiga…no estaba en sus planes, ya que en su vida…no tenía la libertad de escoger sus amistades del sexo opuesto, eso lo enojaba y deprimía, pero era un joven, y “un poco de rebeldía no le vendría nada mal”, pensaba, estaba dispuesto a romper su patrón de seguir siempre las reglas y ser “buen chico”, y aunque sus escrúpulos eran varios, quería cumplir su misión, así se lo propuso, y era un hombre de palabra.
-por favor pongan atención jóvenes. Es de suma importacia que se aprendan esto-decía el profesor mientras la mayoría no le ponía atención y yo trataba pero los de la clase no se callaban.A la vez de que trataba poner atención al profesor, no podía evitar estar impaciente por que llegara la otra clase, ya que era la clase que nos tocaba con los de medicina, la clase que antes me parecía molesta ahora ansiaba en que llegara. Mis razones eran obvias: quería ver a Michael. Aunque estuviera más confundida y preocupada que ayer por culpa de mis pensamientos y conclusiones, que siguieron de camino al campus, aun así lo quería ver. Al fin se termino la clase y salí algo apresurada hacia el otro salón, al llegar solo estaba la profesora y dos alumnos sentados charlando. Solo me senté tranquilamente, los de mi clase ya estaban entrando y atrás de ellos, los de medicina.
-hoye Caira...te noto algo diferente hoy. ¿Qué tienes?-pregunto Emmily sentándose a mi lado como de costumbre.
-no..., no tengo nada. Solo...quería tomar un buen lugar, esto es todo-dije algo nerviosa.
-está bien...si tu lo dices...
Le sonreí a Emmily en señal de que me sentía bien. Pero alzaba mi cuello para ver si ahí venía él.
Seguía sin entrar y el profesor ya estava preparándose para empezar. Al fin entraron los de medicina, pero no encontraba señales de Michael. Solo suspiré desilusionada y seguí concentrada en la clase.
Al fin termino el día, me despedí de mis amigas y me fui al auto. Me quite la bata y el estetoscopio que usamos hoy y arranqué el auto.
Fue un día normal, siempre hablando con mis amigas en el receso y algunas veces en clase, ningún problema con los maestros y en fin todo estaba normal. Me decepcionaba que no vi a Michael, pero me imaginaba que tuvo que hacer algo, primero Dios no le había pasado nada. Llegue a la casa y como siempre no estaba el auto de papá, mamá y el llegaban a las 6:00 p.m, el pasaba por ella en la floristería, de la cual mamá era dueña. Una linda floristería y servicio de arreglos para ocasiones especiales, esa era el negocio de mamá, trabajaba junto con Path, una amiga suya de su edad y con Luca, un niño de 14 años que trabajaba ahí en la tarde después de la escuela. Entre a la casa y colgué mis llaves y fui a la cocina por un jugo.
-¡Caira!-dijo, bajando las gradas, Haddy.
-Hola Haddy...-dije cargándola-¿Cómo estás?
-bien.¿y tú?-dijo bajándose de mis brazos.
-bueno...iré a hacer tarea-dije tomando unn jugo de la refrigeradora.
-¡ok!, yo estaré en la sala viendo televisión.
-¿ya hiciste la tarea?
-si. Hace como 20 minutos.
-esta bien, si necesitas algo...estaré en la oficina.
Me puse la pijama y me fui a hacer la tarea. Ya en un buen rato llevaba la mitad, me estire cansada y proseguí. Después de seguir con la tarea con la típica cara de “aburrimiento estudiantil”, al fin termine y arregle todo para el lunes. Después de eso me fui a mi habitación aturdida con mi mano en la frente, revise el reloj y eran las 9:00 p.m, al parecer ya tenían que estar mis padres en casa, de arrastradas baje las escaleras y efectivamente…mamá, papá y Haddy estaban en la sala viendo una película con las palomitas a su lado. Sonreí, no se habían dado cuenta que estaba ahí y subí sigilosamente hacia mi habitación y literalmente me tire a mi cama, cansadísima pero a la vez satisfecha que mañana ya tenía el día libre, rápidamente con el contacto de las sabanas que me envolvían me quede dormida.
Eva subió hacia la oficina o el cuarto de sus hijas con un vaso de leche y un sándwich, especialmente preparado para su hija que todavía no cenaba, y ella prefería no interrumpirla cuando hacia su tarea, al igual que su marido y su sobrina hija. Con su delicado andar abrió despacio la puerta de la oficina y no encontró a su hija ahí, cerró la puerta y se dirigió a la habitación de las chicas que tenia la puerta abierta, lista para decir “hija aquí te traje”, se quedo con las palabras en la lengua cuando vio que su hija estaba profundamente dormida, dejo la bandeja a un lado y fue a arropar bien a Caira. Acaricio su cabeza suavemente y beso su frente con dulzura. Tomo la bandeja algo preocupada de que ella no hubiera cenado y entre cerró la puerta para que Haddy entrara, Haddy venia atrás de ella y Eva le dijo que no hiciera ruido, la pequeña niña beso a Eva en la mejia y le dijo buenas noches, Eva se retiro y Haddy entro a la habitación cerrando la puerta suavemente para no despertar a Caira y saltando se acostó en su cama y con la facilidad de un niño al dormir quedo profundamente domada por el sueño en unos minutos…abrazada con su pequeña oso de peluche.