viernes, 10 de diciembre de 2010

Capítulo III: Una noche en el muelle

Era una tarde de sábado. Haddy y yo nos estábamos cambiando y mis padres ya estaban esperándonos en el auto.
-ya estoy lista… ¿y tu?
-no, ¡no se que ponerme!
-¿en todo estos 10 minutos que me voltee para cambiarme tu no te has cambiado?
-es que no se que ponerme.
-Haddy… ¡ponte lo que sea!, solo iremos al muelle.
-esta bien.
Haddy tomo un atuendo, se lo puso y  la jale y corriendo salimos al auto cerrando la puerta.
-perdón por la tardanza. Alguien no se apresuraba.-dije voleando a ver a Haddy y las dos entrabamos al auto.
-esta bien mis niñas…lo importante es que ya están aquí-sonrió mamá y papá arranco el auto.
Era una linda tarde, el cielo estaba teñido de tonos anaranjados y celestes, que pintaban una sonrisa en mi rostro mientras el delicado aire rosaba mi rostro tras mi ventana abierta. En el camino nos fuimos bromeando. Mamá iba muriéndose de la risa y papá igual. Haddy y yo estábamos haciendo chistes casi de todo y papá hacia algunos más, pero los más graciosos eran los de mamá. Llegamos al muelle y Haddy y yo salimos corriendo a tirarnos a la arena. Papá bajo la hielera y mamá una canasta. Me levante y tome la canasta que llevaba mamá. Haddy fue a traer velas y fósforos. Pusimos la hielera y la canasta encima de una gran manta en la arena y acomodamos las velas y las prendimos, mientras mamá arreglaba todo para la cena sacando los platos y vasos y papá fue a traer al auto unas almohadas. Haddy y yo estábamos en el muelle jugando con el agua en nuestros pies,  admirando la vista y sin percatarnos siquiera de donde habíamos dejado los zapatos.

-el atardecer…es hermoso-dije mientras admiraba tan preciosa divinidad de la naturaleza.
-si…aquí en el muelle se ve aun mas hermoso.
Nos miramos un rato y sonreímos levemente, mientras las olas hacían su suave movimiento y dejaban brotar algunas refrescantes gotas de agua que se mezclaban con la brisa.
-¡niñas!, ¡vengan a comer!-gritó papá.
-¡ahora vamos papá!-respondí.
Ayude a levantarse a Haddy y nos fuimos corriendo hasta la playa, en donde estaban ellos.
-ya venimos!-dijo Haddy y se sentó.
-el agua esta deliciosa-dije y tome asiento al lado de Haddy.
-ummm…pero no trajeron traje de baño.-dijo mientras nos pasaba nuestros platos y nosotras nos servíamos.
-si…pero…venimos en shorts, así que nos podemos meter un poco-opinó Haddy.
-si…ademas hay blusas en el baúl porque hace días olvidamos sacarlas de ahí- añadí.
-bueno… ¿que opinas querido?-pregunto Eva a Marvin.
-por mi esta bien. Que se diviertan. No todos los días venimos a la playa.
-bueno niñas se pueden ir a dar un chapuzón.
-¡wiiii!-dijo Haddy emocionada y se paro emocionada camino al muelle.
-pero cuando terminen de comer.
-¡jum!...-dijo Haddy y se sentó otra vez mientras Marvin y Caira reían.
-solo termina tu cena y puedes ir al mar.
-esta bien tía Eva…-dijo resignada.
-así era Caira a tu edad. Desesperada-dijo Marvin.
-¡hey!...yo no era así…-dije en mi defensa.
- aja…seguro…-dijo Marvin sarcásticamente, mientras yo seguí comiendo.
Luego todos nos reímos y proseguimos con la cena. Hablamos de nuestra semana y de que tal nos iba en nuestras ocupaciones. No había ninguna novedad. Con respecto a las demás novedades…a veces olvidaba que mi ángel ya iba al cielo, siempre cuando se distraía la observaba, a la mujer que aunque años atrás, tras la adolescencia, creía odiar, y tras madurar descubrir que ella es una bendición.
-¡termine!, ¿ya puedo ir?-pregunto Haddy mientras se paro energéticamente.
-si linda ya puedes ir-dijo Eva.
-Caira… ¿vienes?-pregunto Haddy.
-si…seguro…-le respondí y me pare.
-que se diviertan-nos dijo papá sonriendo.
-¡gracias!, ven Caira…-dijo Haddy mientras me jalaba y corrimos hasta el muelle.
Llegamos al muelle corriendo y Haddy se dio un clavado desde donde estábamos y me jalo junto con ella.
- ¡casi me doblas algo!, ¡¿estas loca?!-dije riéndome.
-¿y te doble algo?
-no pero casi.
-es una lastima. ¿lo hago ahora?-dijo mientras ponía cara de traviesa.
-¡nooooooo!-dije y nade para escapar de ella.
-¡no corras gallina!-dijo Haddy atrás mía persiguiéndome.
Me alcanzo y nos empezamos a pelear con el agua y a jugar quien aguantaba más la respiración bajo el mar. Entre risas y quedar empapadas nos subimos al muelle otra vez y nos empujamos y resbalábamos al querer subir al muelle.  Cuando yo pude ayude a Haddy a subir y luego nos sentamos a ver la luna empapadas y despeinadas, pero muy felices.
La luna se miraba algo lejos, pero aun así estaba hermosa. La suave brisa nos arrullaba mientras nos fundíamos en nuestros pensamientos.

-a veces la vida real parece estar tan lejos…
-parece solo una pesadilla que a veces pasa…-suspiro Haddy.
-prométeme que jamás dejaras que las pesadillas y recuerdos fríos y tristes arruinen tu dulzura y comprensión-tome la mano de Haddy-prométemelo por favor.
Haddy puso su otra mano encima de la mía-te lo prometo-dijo acompañada de una sonrisa serena y dulce.
Nos sentamos mas juntas y ella puso su cabeza en mi hombro y yo recosté mi cabeza en la suya y puse mi brazo en sus hombros y ella se junto mas a mi cuerpo.
Así nos quedamos varios minutos dejando brotar nuestro cariño una a la otra. Podía sentir lo frágil que era por dentro Haddy y yo le hacia saber que jamás se dejara derrumbar por nadie ni por nada, que todas las cosas que estábamos viviendo y esos eventos del pasado queden como una vivencia para hacernos mas fuertes, por mas difícil que fuera, teníamos que hacerlo. Luego de que nos brotaran algunas lágrimas y dejáramos salir todos nuestros sentimientos…mamá nos llamo y tranquilamente caminamos hasta donde estaban. Al llegar le dimos un amoroso abrazo a mamá y la ayudamos a llevar las cosas. Ella siempre sonriente y jovial solo sonreía. Llevamos todo al auto y nos subimos a el. Mamá y papá habían estado todo el tiempo que nosotras estuvimos en el muelle, declarándose una vez mas su amor. Su amor y pasión uno por el otro seguía tan fuerte como la primera vez. Algo envidiable pero no imposible. Haddy y yo nos estábamos secando y poniéndonos blusas secas que habíamos dejado en el auto y poníamos las que nos sobraban para sentarnos en ellas y no mojar el auto; mientras papá miraba a otro lado y mamá nos ayudaba. Al terminar seguimos en el camino tranquilos y de vez en cuando brota conversación. Me sentía muy bien, me hacia falta una salida. Me había relajado muchísimo, medite mucho durante el tiempo en el muelle y esos momentos simples son los mas lindos. La caída del sol sobre el horizonte, la brisa delicada del mar, solo esos simple segundos son suficientes para sentirse mejor. Algunas cosas en la vida se van tan rápido como el mismo atardecer, y apenas nos damos cuenta de que se van, pero igual queda el recuerdo, un recuerdo que jamás se borra de la mente.

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