La mañana había llegado, lo note por el cálido roce de mi piel con el radiante sol que, aunque no diera el suficiente calor aquí en Roseburg, era agradable sentir el sutil roce cálido en la piel. Me senté en la cama, para luego abrir la ventanas y tender mi cama, prepare la ducha y fui a traer ropa, la tire encima de la cama y me metí a la ducha. Ya llevaba bastante tiempo aquí, la vida aquí era tranquila, el clima para mi gusto era delicioso, un frio húmedo en la mañana, un delicado frio en el día acompañado de algunos cálidos rayos de sol, y una deliciosamente fresca y ventosa noche estrellada, la universidad estaba de lujo, había conocido a Frederick, un chico casi de mi edad que se sentaba a mi lado, al parecer conejeamos muy bien, además se haber sido el único que me hablo el primer día y fue amable conmigo, vivíamos cerca y siempre íbamos y regresábamos juntos, lo estaba empezando a tomar como un hermano, y nos divertíamos muchísimo juntos, aunque era de esperarse que en algunos momentos me recordaba…de cierto chico…que hiso mi vida un perfecto arcoíris…y en un abrir y cerrar de ojos, destruyo el mismo arcoíris que habíamos formando juntos; aun así estaba reconstruyendo mi vida, sanando mis heridas, saliendo adelante, así lo hubiera querido mi madre, y así lo quería yo. Salí de la ducha y me empecé a cambiar, me acerqué al calendario mientras me terminaba de poner la blusa y vi que ya era Jueves… y que el mes era Agosto. Agosto…
///*Flashback*///
-oye, ¿Cuándo es tu cumpleaños?
-el 29 de agosto-sonrió.
-¡tengo planeado mucho para ese día!
-bueno si tú estás conmigo, será un gran cumpleaños.-sonrió de nuevo, ahora más cálidamente.
-me sonroje y sonreí- ya estas viejo Michael…-dije bromeando.
-si…soy un anciano.-dijo siguiéndome la corriente.
-si…un anciano…que… ¡NO CORRE!-dije empujándolo y corriendo lejos de él.
-¡ya verás!-dijo levantándose y corriéndome.
///*Fin del Flashback*///
Fui una ingenua. Bueno…al menos esperaba que se la pasara bien con su prometida, no lo odiaba, en realidad quería que fuera feliz, aun sin mi incluida en esa felicidad. Al parecer hasta ese extremo se llega cuando amas o amaste a alguien, yo no sabía si lo amaba todavía o ya no, no quería pensar en eso, era…demasiado doloroso, y para mí todo estaba bien así. Me puse mi chaqueta y tome la nueva mochila que me había regalado papá y salí de mi habitación, se me hacía tarde. Baje rápidamente las gradas y deje mi mochila en el porche y pase a la cocina.
-Buenos días-dije mientras besaba la mejia de papá que estaba comiendo su pan tostado y café, y Haddy comía su cereal.
-Buenos días-respondieron los dos.
Me dirigí a la jarra del café y serví en dos vasos desechables con tapadera, los puse en una bolsa de papel y salí de la cocina.
-¡Oye!, ¡tanto café te hará mal!-grito papá mientras me ponía la mochila.
-¡no es solo para mí, uno es de Frederick!
-¡Ah, ok!, ¡¿almorzaras en la universidad?!
-¡si, si, llevo dinero!,-dije mientras abrí la puerta-¡hasta la tarde!-dije finalmente y cerré la puerta.
Sali de casa, mi auto no lo usaba ya mucho, usaba mi bicicleta, me empecé a montar en ella, y siempre puntual, llego Frederick en su bicicleta, parando en seco.
-¡Buenos días!-dijo saludándome.
-buenos días, ¿ya es tarde?
-si nos vamos por el atajo cerca de la panadería llegaremos temprano, si tomamos el camino lindo y largo, llegaremos antes de que toque la campana.
-odio esperar, así que vamos por el camino largo-dije subiéndome en la bici y sonriéndole, él se subió en la suya y nos fuimos.
Frederick, todo el mundo pensaba que era un chico de preparatoria, la verdad si parecía uno, pero era una muy buena persona, además de ser divertido y algunas veces un tonto, era genial andar con él. Un chico de cabello negro, largo, muy liso, pálido, y ojos azules, sin mencionar sus pircings, a papá al principio le asusto, pero después, era de esperarse, le dio igual; lo divertido era su relación con Haddy, a Haddy desde la primera vez que lo vio le gusto, él se dio cuenta y desde entonces el la trata como “Princesa Haddy”, siempre la saluda galantemente y juega con ella al “príncipe y la princesa”, ella le gusta el juego y a él le encanta jugar a eso con ella, y por mi parte me encanta ver como Haddy se divierte con él, en fin un genial amigo.
Ya llevábamos bastante tiempo hablando, así que paramos un rato y dejamos las bicicletas entre la grama y nos sentamos entre el pasto y árboles, con el lago enfrente de nosotros, saque los cafés y el saco una bolsa. Todos los días hacíamos lo mismo: un día el traía el café, y yo algún postre, y luego al revés. Comíamos en la universidad antes de entrar a clases, pero algunas veces nos sentábamos en algún lugar, como hoy.
-hoy traje donas…
-¡genial!-dije pasándole su café.
-gracias, y aquí tienes-dijo dándome una dona y el sosteniendo la suya en su boca.
-gracias.
-bueno, ¡provecho!-dijo, como siempre, jovialmente.
-provecho-dije dándole una mordida a mi dona.
Observamos el paisaje y charlamos mientras comíamos. Éramos simples para hablar, y teníamos bastante en común, aunque el a veces era raro y hacia cosas locas, pero aun así era amable y cariñoso. Su hermanita había muerto a los 3 años, y su madre estaba en silla de ruedas, pero eso no lo hacía perder la esperanza, era muy optimista y siempre encontraba algo bueno en todo.
-eso estaba delicioso-dijo después de una larga charla.
-vi el reloj- ¡Fred!, se nos hace tarde-dije poniéndome de pie.
-tienes razón-dijo poniéndose se pie y luego nos dirigimos a las bicis.
Nos fuimos rapidísimo a la escuela, la fría brisa de la mañana me pegaba delicadamente en el rostro, si uno cerraba los ojos se sentía como volando…era genial vivir acá. Llegamos en unos minutos a la escuela y nos bajamos de las bicis para asegurarlas en el estacionamiento de las mismas, y corrimos a los casilleros por la primera clase, que era anatomía, nos pusimos rápidamente la bata, y llegamos justo antes que tocara la campa.
-eso estuvo cerca-dijo aliviado Fred, mientras se acomodaba en su silla.
-si…-suspire mientras me sentaba a su lado, como siempre.
-al parecer Luckbert no ha venido. Qué raro siempre viene temprano.
-seguro se le hiso tarde, además le cuesta caminar Fred-dije bromeando.
-camina como un pingüino, pero es buen profesor después de todo-dijo riéndose.
-al menos-dije riéndome también.
Llego el señor Luckbert y nos miramos ambos y reímos disimuladamente, luego seguimos con la clase. El día paso normal, un día normal, con cada locura de Fred, su locura de hoy fue ponerse crema para afeitar y decir “que tenía rabia”, y el profesor le siguió la corriente y le iba a inyectar una vacuna como cura, en ese momento Fred admitió que era una broma. En fin…un día normal. Me paso dejando, como siempre, a mi casa y la suya quedaba a unas casas más. Empecé a hacer tarea como de costumbre, pasaron al menos 3 horas, ya había terminado hace tiempo y me encontraba viendo televisión en mi habitación, y de repente papá me llamó.
-¡Caira ven!
Baje las escaleras y fui a donde estaba papá.
-ve al supermercado por favor, y tráeme estas cosas-dijo dándome una lista- y pasa a la cafetería de la señora Modelen y trae algo para cenar, ok?-dijo dándome el dinero.
-ok, ya vuelvo…-dije en el porche poniéndome una chaqueta y tomando mis llaves. Salí y abrí el garaje, saque mi bicicleta y me fui al supermercado, luego de eso estaba cerca el café de la señora Modelen, papá le decía así, pero la cafetería era muy popular en el pueblo, y esa comida era deliciosa y el restaurante era genial. Llegue y deje mi bici afuera.
-buenas noches, que le servimos.
-deme el combo infantil 3, un combo 5 de pescado y un 3 normal, los 3 para llevar por favor.
-claro, claro, ¿algo más?
No quería irme a casa todavía así que tome asiento en la barra.
-deme un helado de vainilla por favor.
-ok, serian $.7.95
Le di el billete y el me paso la factura.
-en unos minutos se lo traemos.
-gracias.
El que me atendió se volteo y me trajo mi helado y luego llamo para que hicieran mi orden, y me puse a comer mi helado. El lugar estaba lleno de jóvenes divirtiéndose, y una que otra familia cenando, la música estaba genial, y el ambiente también. En una de esas, distraídamente, encontré algo que me parecía conocido, al observar mas era alguien…no podía ser, no podía estar pasando…ahí estaba él…¿Qué rayos hacia aquí?, no sentía nada más que curiosidad. Estaba solo, tomando una taza de café y viendo inexpresivamente hacia la ventana, siempre con esa aura de tranquilidad y…, no podía evitar decirlo, su aura de belleza, me dolía un poco el pecho a la vez que un cálido sentimiento se albergaba en mi a la vez, pero al mismo tiempo…me dolía algo.
-señorita aquí está su pedido.
-ah-dije volteándome de repente-muchas gracias.
En fin, al parecer le iba bien, no entendía muy bien por qué estaba aquí, y gracias a Dios no se había dado cuenta de mí, y de todas formas no iba asentarme con él a charlar, ¿de qué?, todo estaba claro. Tome la bolsa y salí de la cafetería y me monte en mi bicicleta. Estaba sorprendida por mi indiferencia hacia él, yo sabía que ya había acabado todo, y verlo…me confundida, pero a la vez me recordaba que tenía que seguir, sin resentimientos ni arrepentimientos. Estaba a punto de salir de ahí cuanto sentí alguien poniendo su mano en mi hombro. Voltee a ver rápidamente.
-¿Caira?-dijo en su voz melancólica.
Su voz resonó millones de veces en mi cabeza. Estaba aturdida. Aun así aleje su mano y me voltee agresivamente.
-¿Qué…quieres?-dije fríamente.
-solo…quiero explicarte algunas cosas…
-¡NO ME INTERESA!, ¿Qué quieres?, ¿humillarme más?, ¡¿no te vasto con que esta estúpida me hablara?!-dije con ira mientras mis lágrimas brotaban tal gotas de lluvia.
-Caira…-dijo acercándose.
-¡no me toques!, solo déjame…déjame sola…
-Caira…he estado buscándote por todas partes. Pare aquí porque un amigo te vio en la universidad, y en cuanto supe…me alivie tanto que
-¿aliviado?...ja… ¿aliviado por qué?, ¿Por qué habías encontrado a tu pasado juguete?, ¿eh?-dije volteándolo a ver con ironía.
-¿de qué hablas?
-¿ahora te harás el que no sabe nada?
-es cierto…no sé nada de lo que me estás diciendo.
-tu…tú estabas comprometido…y…no me había dicho absolutamente nada-dije con las manos empuñadas y la cabeza abajo, mientras mi llanto seguía.
-es algo complicado Caira….déjame explicarte-dijo tomando delicadamente mi mentón.
Lo mire por unos segundos, deseando verlo por toda mi vida, anhelando sus labios contra los míos, quería volver a ese mágico cuento de hadas, a ese pedazo de cielo en el que habitábamos los dos…pero tenía que entender que todo había acabado. Quite bruscamente su mano de mi rostro y subí a la bicicleta, para escapar del infrenable deseo de volverlo a tener entre mis brazos.
